Así que, como el frío aún parece que no nos abandona, vamos a intentar dar salida a una socorrida pregunta, en invierno, o aún siendo primavera pero con este tiempo, ¿tenemos que adaptar la dieta?
Asociamos el frío a las comidas de cuchara. Los platos que aportan más calorías ayudan a nuestro cuerpo a mantener las reservas de calor y es por eso, también, que en invierno tenemos más apetito. ¿Pero los niños necesitan realmente cambiar la dieta en invierno? ¿Qué es lo que no puede faltar en una dieta de invierno?.
Las necesidades nutricionales de los niños en invierno son muy parecidas a las de cualquier otra estación del año. Pero es cierto, que la falta de sol en invierno y una menor actividad física asociada al invierno, están relacionados directamente con una energía más baja. Los niños pueden estar cansados al final del día en invierno, tanto física como mentalmente: les puede costar más levantarse por la mañana y concentrarse por el día. Un buen descanso y una buena alimentación son clave para ayudar a rendir en la escuela y en las actividades extraescolares y deportes.
Una dieta rica en vitaminas es un complemento para el invierno, ya que aporta nutrientes que ayudan a las defensas. Los nutrientes más adecuados en esta época son:
Vitamina C : ayuda al normal funcionamiento del sistema inmunitario. Los cítricos como las naranjas, limones o mandarinas y otras frutas como el kiwi, además de algunas verduras como las espinacas, son fuente de vitamina C.
Vitamina A: también contiene antioxidantes, por lo que contribuye a la función de defensa y protección del cuerpo. Las zanahorias y la calabaza son hortalizas ricas en vitamina A.
Vitamina D: facilita la absorción del calcio y con la exposición a los rayos ultravioletas del sol, nuestro cuerpo puede producir vitamina D. Por eso en invierno, cuando la exposición al sol es menor, se recomienda aumentar la ingesta de alimentos ricos en vitamina D, como lácteos y pescado. Los lácteos, además, contienen otros nutrientes, como el calcio, que contribuyen al normal desarrollo y crecimiento de los niños.
Hierro: este mineral interviene en varias funciones del cuerpo, como el transporte del oxígeno en la sangre, clave en la función de respiración, reduce la sensación de cansancio y fatiga. Un déficit de hierro puede desembocar en anemia y debilidad física, además de la dificultad de aprendizaje.
En cuanto a los platos calóricos, son un buen recurso para combatir el frío del invierno, siempre que mantengan los nutrientes. Algunos ejemplos son sopas, potajes, o guisos. La sopa además hidrata, por lo que es una muy buena opción. Las legumbres y la pasta son buenos acompañantes de la sopa, al igual que las patatas. Los hidratos de carbono son fuente de energía y gustan a los niños.
¿Más cantidad en invierno? Esta es la eterna pregunta. Pues bien, no necesariamente. En realidad, sólo si tu hijo practica un deporte de invierno demandará más cantidad: su cuerpo puede necesitar más reservas energéticas. Asegúrate de que lo que coma tiene un alto valor nutricional además de calórico. Además de calorías, los alimentos que debe consumir tu hijo deben de contener vitaminas, minerales y fibra.
¿Y la hidratación? En invierno la sensación de sed es menor, pero el cuerpo sigue necesitando agua para funcionar correctamente. El agua es la mejor bebida, siempre. Pero los zumos de fruta natural también son una opción recomendable, ya que además de hidratar, aportan vitaminas y minerales.
Ahora queda lo más difícil, ver si puedo conseguir convencer a mi abuela, y del norte!! de todo esto...sobre todo en la cantidad de pucheros y potajes!! Cualquier día me planta un embudo en la boca cual pavo previo a acción de gracias!!!
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