¡Ya es Navidad! y no porque lo diga El Corte Inglés, que también (cortylandia cortylandia... cantan los niños con los ojos inyectados en sangre delante de la fachada del centro comercial), sino porque llegan los contratos!!! La mujer de la bolsa de empleo estuvo estos días más estresada que mi abuela en Portugal comprando toallas, y aunque no hubo para todos porque cada año hay menos contratos, sí algunas afortunadas hemos cogido contrato de Navidad.
Una de las características de un buen contrato navideño es que llega con el sorteo de la lotería y se va con los Reyes Magos. En medio, un lío de turnos y tachones en la planilla imposibles de descifrar porque al final nunca vas por la que te han dicho, y es que esa ha pedido el día pero ese día ha hecho cambio con otra, que a su vez está de baja pero no le han puesto sustituta. Un entramado de cambios más enrevesado que el sumario del caso Noos.
Pero sin duda, una de las características básicas de estos contratos, es que te toca trabajar la noche de Nochebuena, o la de Fin de Año, o las dos si la supervisora tiene muy mala leche. A lo que hay que añadir Reyes si en esa planta abundan las enfermeras jóvenes con plaza.
