Poco puedo decir de Jose Luis Sampedro que no se haya dicho ya.
Como sabéis hace unos días nos dejó una de las mentes más lúcidas de este país, de las que se valoran porque hay pocas, y es que como diría Pérez-Reverte "en España no cabe un tonto más".
José Luis Sampedro falleció a los 96 años. Escritor, humanista y
economista defendía una sistema más humano y capaz de contribuir a
desarrollar la dignidad de los pueblos.
Se ha marchado sin hacer ruido, pero nos ha dejado frases, qué digo frases, son mucho más, son enseñanzas. Enseñanzas para la vida.
- El tiempo no es oro, el tiempo es vida
- Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no sirve de nada
- Poner al dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe
- Es asombroso que palabras como "competitividad" sean las que mandan frente a palabras como "convivencia"
- Este mundo está traicionando a la vida
La enfermería tenemos el gran orgullo, como colectivo y como profesión, de que Sampedro nos haya dedicado unas líneas. Como para casi toda la población, éramos para él un colectivo poco conocido, pero es en los peores momentos de sus vidas cuando nos conocen realmente, mucho más allá de tópicos, cuando acompañamos, aliviamos, orientamos, escuchamos, curamos...
Sirvan las palabras de reconocimiento del gran Jose Luis Sampedro para darnos un poco de ánimo, tanto a profesionales como a estudiantes, en quizás uno de los peores momentos de la enfermería.
“Hablo con la experiencia de una muy grave estancia en la cama de un hospital y
una permanencia de tres meses, las veinticuatro horas de cada día, como
acompañante de una enferma hasta que falleció.
Esta última dolorosa
experiencia supuso mi constante convivencia con todas las enfermeras,
llegando a conocerlas y a verlas en acción como sin duda no veréis a los
médicos, pues para mi, no eran meras técnicas ni colaboradoras, sino
compañía, esperanza, alivio, seguridad y confianza.
Cuando
se está aislado en una habitación horas y horas, viendo cambiar la luz
en la ventana, el abrirse la puerta ofrecía sorpresas muy distintas. Si
era el médico, siempre le acompañaba la incertidumbre inicial: ¿traía
buenas o malas noticias? ¿Cómo evolucionaba el caso?. Si era la
enfermera su aportación era siempre positiva: la hora de la medicina, o
de la tensión, o la temperatura, el alimento o la bebida, el comentario
animador.... El mero hecho de verla moverse por la habitación era una
garantía de seguridad, de amparo. Un suspiro de alivio se nos escapaba a
mi enferma y a mi al abrirse aquella puerta.
Y es que la
enfermera aportaba un gran ramo de valores humanos, de los que ahora
tanto se mencionan y tan poco se aplican: ternura, comprensión, compañía
para la soledad, sosiego para la inquietud, tranquilidad. Con el
tiempo, alguna enfermera pasó a otros servicios.... pero de pronto abrió
nuestra puerta, sin obligación alguna, sólo para preguntar y para
demostrarnos el interés directo que habían llegado a tomarse. Y más de
una vez, en los pasillos, me manifestaron con emoción ese interés
refiriéndose a la persona que yo acompañaba.
Para
terminar, mi admiración no se limita a esos valores humanos sino además
a los profesionales y a la técnica. Mis enfermeras, pues las
quiero llamar así, hicieron siempre frente a ese reto con la mayor
seguridad y eficacia.
En fin, abandoné el hospital tronchado
por la inevitable desgracia, pero admirado y lleno de cariño hacia un
grupo profesional tan digno y tan lleno de generosa humanidad, que no
sólo cumplía con su deber, sino que lo hacía con sentimientos cordiales.
Por eso ahora aprovecho la ocasión para sumarme al homenaje y para
proclamar la trascendencia de la función desempeñada por las enfermeras y
la eficacia con que la realizan”.
Jose Luis Sampedro.
Un honor como enfermera escuchar algo tan sincero y real en boca de una persona tan especial.
ResponderEliminarMe alegra saber que para algunas personas somos tan importantes!! Por esto decidí embarcarme en esta carrera, para poder ayudar a las personas cuando lo necesitan.
ResponderEliminarSeguimos cabalgando!
ResponderEliminarGracias Don José Luis,gracias por recordarme que he escogido la profesión más bonita del mundo. Un beso enome allá donde quiera que esté.
ResponderEliminarMi abuelo hizo un comentario similar al salir del hospital hace unos dias...
ResponderEliminarSobran las palabras.
Genial el blog!!
Cuanto me alegran estas palabras dirigidas a un colectivo que está sobre-saturado de trabajo, que no tienen tiempo ni de tomar agua por atender a un enfermo más. Los politicos no agradecen nada. Enhorabuena y gracias a las enfermeras por su dedicación y comprensión.
ResponderEliminarMuchas gracias Sr Sampedro,reconforta el reconocimiento,tanto,como la dedicación y empeño que nosotros ponemos en aras de ayudar y sanar al paciente.La sanación es nuestro fin,la amabilidad nuestro deber.
ResponderEliminar